viernes, 19 de febrero de 2016


Conferencia pronunciada en 1982 por el padre canadiense Jean Pierre Régimbal y publicada en la revista SIGLA.

“PARA VENCER A UNA NACIÓN HAY QUE PERVERTIR A SU JUVENTUD”
¡ARGENTINA YA ESTÁ VENCIDA POR EL IMPERIALISMO ANGLOSAJÓN!
LAS FUERZAS ANTIARGENTINAS, (INCLUSIVE LA ‘SECTA’ SURGUIDA DEL VATICANO II), LOGRARON ELIMINARLE A LA JUVENTUD  TODO IDEAL DE AMOR A DIOS Y A LA PATRIA,  ENTREGÁNDOLA INERME A LOS MERCADERES IMPERIALISTAS  DE LA CORRUPCIÓN, CON LA ANUENCIA DE LOS GOBIERNOS SUCESIVOS. ES INDISPENSABLE ORDENARLES LAS INTELIGENCIAS CON LA FILOSOFÍA CLÁSICA, LA VIDA CON LA MORAL CRISTIANA, E   INSTAURAR EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO, PARA NEUTRALIZAR Y COMBATIR POLÍTICAMENTE  A TUPAQUEROS, QUEBRACHOS, FUBEROS,  CAMPOREROS, ROQUEROS, MARXISTAS Y PROGRESISTAS DE TODO PELAJE, ETC…  .

El ROCK
MENSAJES SUBLIMINALES Y VIOLACIÓN DE LA CONCIENCIA.

ROCK Y REVOLUCIÓN

P
ara la gran mayoría del  público, el rock and roll es sólo una forma inofensiva  de diversión o una pasión momentánea de jóvenes exaltados, como las pasadas olas de Charleston, el boogie-boogie y el twist. Sin embargo, ninguna de ellas logró una difusión al mismo tiempo tan universal y duradera. Según una encuesta norteamericana de 1980, el 87% de todos los adolescentes escuchaba música rock de tres a cinco horas diarias, tiempo que se acrecentó hasta 7 y 8 horas tras la aparición de los auriculares ‘Walkman’.  Por otra parte se comprobó entonces que en los últimos doce meses, el 90% de todos los discos vendidos a través del mundo eran de rock: 230 millones, incluidos los ‘albums’.

¿Es posible que semejante despliegue de frenesí musical no produzca no produzca efecto alguno sobre los diversos estratos humanos, tanto en el nivel individual como de las masas? Antes de terminar este artículo transcribiremos respuestas autorizadas a este interrogante. Pero es indudable que semejante fenómeno excede el mero campo artístico, pues desde hace un poco más de treinta años se ha configurado –sin partido político, sin plataforma electoral, ni manifiesto ideológico preciso- una profunda revolución social, económica, moral y cultural  que, por primera vez en la historia de la humanidad, eligió proclamar su radicalismo a través de la música y las canciones.

¿Afirmación exagerada? Dejemos que los Beatles  interrumpan la cómoda digestión de los  “prudentes” y escépticos, con sus famosas declaraciones: “Nuestra música es capaz de causar inestabilidad emocional, comportamiento patológico y hasta la rebelión y la revolución. El Rock’n’roll es algo más que la música.  Es el centro energético  de la nueva cultura y de una revolución mundial”.



Son muchas las formas concretas de concitar la rebelión de los jóvenes contra todos los límites familiares,  religiosos, administrativos, políticos, económicos y militares: desde las declaraciones de los artistas hasta las refinadas técnicas de grabación, pasando por el ritmo, las letras de las canciones, los gestos y diversos medios de estimular hasta la violencia, el sexo, la droga, la automutilación, o el suicidio, y las ya célebres invocaciones y prácticas satánicas.

Ya en los comienzos del rock, allá por 1954/55, un joven bautista del sur de los Estados Unidos, formado en un coro parroquial, pero en rebeldía contra la moral puritana de la región del “Bible Belt”, se complacía en soliviantar a sus coetáneos no sólo por su música y sus palabras, sino sobre todo por los gestos obscenos y provocadores que acompañaban a sus espectáculos. Su nombre: Elvis Presley.

Conciente de su estatus simbólico y de su control sobre las emociones más primitivas de los adolescentes, Elvis mantuvo y favoreció deliberadamente la sublevación masiva de jóvenes a través del mundo contra toda forma de condicionamiento y autoridad, apelando directamente a los instintos rebeldes de la juventud, como la explotación  a fondo del tema y la “filosofía” del amor físico desenfrenado.

Pero ese fue sólo el comienzo de un itinerario de creciente perfeccionamiento en los medios de estímulo a la rebelión total. Hoy, dicho objetivo puede lograrse mediante  la transmisión de mensajes subliminales, capaces de subvertir lo más profundo de la interioridad del hombre, y echar así las bases para la revolución  en todas las escalas.

LOS  MENSAJES SUBLIMINALES

C
onviene, ante todo, aclarar el concepto de “subliminal”, tan renombrado como errónea o parcialmente comprendido. La etimología de la palabra lo indica: se trata de las transmisión de mensajes dirigidos a alcanzar al oyente –o al espectador, en el caso del cine y  la televisión-  precisamente por debajo del umbral de la conciencia. El mensaje transmitido escapa al oído, a los ojos, a los sentidos exteriores, para penetrar en el subconsciente de quien lo recibe, indefenso del todo ante esta forma de agresión, pues ignora que sufre esa invasión de su conciencia y de su subconsciente profundo.

Como su inteligencia conciente  y su voluntad no se hallan en estado  de alerta ni son capaces de discernir nada, es el propio subconsciente el que capta  el mensaje, lo decodifica, lo reconstruye y lo transmite por medio de la memoria al yo conciente.

En el repertorio del rock , estos mensajes abarcan un temario tan amplio como selecto:: la perversión sexual en todas sus formas el llamado a la rebelión contra el orden establecido, la cuestión del suicidio, la incitación a la violencia y el asesinato, y, en fin, la consagración a Satán.  Un poco más adelante ofreceremos ejemplos de todo lo antedicho.

La inclusión de mensajes subliminales en el rock y su conexión con un complejo de técnicas  y simbolismos gráficos, gestuales, auditivos,  etc., tuvo ya suficiente publicidad, incluso en nuestro país , a partir de los descubrimientos hechos por el pastor californiano Gary Greenwald –ex artista rock- o del joven Peter Crouch, hijo del creador de la cadena religiosa norteamericana Trinity Broadcasting Network. Ellos comprobaron hasta el hartazgo  - y los puede imitar quien cambie las conexiones de su tocadiscos de manera que el plato gire al revés- la utilización del llamado “Backward” (o: Reverse) Maskimg Process” (Proceso de enmascaramiento por inversión o retroceso), es decir, de la inclusión subrepticia de mensajes grabados de tal forma que sólo resultan audibles –claramente audibles- cuando se hace girar el disco al revés. Pero no es ese el objetivo de los transmisores del mensaje que, captado así en el nivel conciente, pierde el “hechizo”… Y, por otra parte, a nadie se le ocurre comprar discos para escucharlos de atrás hacia adelante en un aparato preparado a tal efecto.

Lo importante es que al escuchar la música en forma normal, los mensajes solamente pueden ser captados –y decodificados- por el subconsciente, aunque no entienda la lengua original utilizada en el mensaje. Esto es posible  comprenderlo ahora merced al desarrollo de la Psicología que nos informa, por una parte, las extensas capacidades y vericuetos de la psiquis humana y, por otra, los distintos grados de comunicación implícitos en el poder significativo del lenguaje humano.

DIVERSAS  CLASES  DE  VIOLACIÓN  SUBLIMINAL.

1)      La grabación de frases “en inverso”, con ser espectacular, es sólo un tipo de procedimiento: el mensaje subliminal verbal, del cual ya hemos prometido ofrecer, o recordar, algunas “perlas”. Cuatro técnicas se utilizan para grabarlo: a) la frecuencia modulada; b) la frecuencia super-baja (14 a 20 ondas por segundo); c) la alta frecuencia (17000 a 20000.o p.s.); d)  la variante de velocidades.

2)      Pero además hay tres clases  de mensajes subliminales no verbales: a) El “beat” rítmico: la fuerza contagiosa del rock  reside en la pulsación sincopada del ritmo, que produce en el organismo humano una repercusión bio-patológica capaz de modificar el funcionamiento de diversos órganos del cuerpo. El “beat” puede producir una aceleración de la pulsación cardíaca, acrecentamiento del flujo de adrenalina y provocación no sólo de un  bienestar sexual sino también de varios orgasmos sucesivos; b) á “señal subliminal”: es posible grabar en un disco una señal de frecuencia supersónica, comparable al chiflido sordo que se utiliza para llamar a los perros: si el cerebro es estimulada por ella de manera prolongada se produce  una reacción bioquímica equivalente a una inyección de morfina. Se llama por eso la “onda de morfina”, y la reacción mencionada produce un doble efecto: sensación de extraño bienestar e hiperactividad de los procesos mentales, tendiente a una comprensión total de los mensajes subliminales  verbales grabados “en reverso”; c) la estroboscopía; mediante un estroboscopio se puede acelerar a voluntad la alternancia de luces y tinieblas, produciendo un debilitamiento considerable del sentido de orientación, del discernimiento y de los reflejos. En efecto: cuando se combina la música rock con el juego del estroboscopio, todas las barreras del discernimiento moral se derrumban, para desarmar  a la persona de sus reflejos automáticos y de sus mecanismo de autoprotección natural. Sin darse la menos cuenta uno queda a merced de las sugestiones subliminales contenidas en el disco.

Frente a todos estos medios técnicos altamente especializados, la persona humana es violentada y quedan bloqueados su libertad, su libre  arbitrio y sus medios ordinarios de defensa. Por ello, la calificación de “violación de la conciencia” con que encabezamos el artículo, tal vea resulta débil todavía para expresar el daño mental, moral y espiritual sufrido por los oyentes de la música rock.

MENSAJES INVERTIDOS… Y DIRECTOS.

A
unque muchos de nuestros lectores ya conocerán por otras publicaciones algunos clásicos de la inversión subliminal, no podemos dejar de ofrecer ejemplos selectos para los que recién se asoman al tema.

1- “la música es reversible pero el tiempo no. ¡Vuelve, vuelve a Satán!”; y escucha “al dorso”, digamos, de la canción Fire On High (Fuego en lo alto) interpretada por Electric Light Orchestra, cuya sigla E.L.O. coincide con una antigua invocación al demonio.

2- “Debo vivir para Satán”. Debo vivir para Satán”… “¡Si, a Satán! No temas a Satán no seas idiota”… Y otras frases del mismo estilo al invertir el giro de la canción Stairway to Heaven (Escalera al cielo) del grupo Led Zeppelin.

3- “Justo descubriste  el mensaje secreto del diablo, comunícate con el…”. Canción: Congratulations. Grupo Pink Floyd.

4- “Muéstrate Satán, manifiestate a nuestra voces”. Al revertir Snoiw Blind (Cegado por la nieve). Conjunto Stiyx (Estigia, nombre de la laguna infernal de la mitología griega).

5- “Si me amas, córtate, Satán él es tu Dios”. Del tema: Madre joven, Madre feliz.

6- “Jesús, tú eres el villano”… “Recibe la marca  ¡y vive! (Se trata de la marca del Anticristo : el número 666)  cantado “en inverso” por el grupo Black Sabbath (Sábado negro, día consabido de las brujas).

7- Terminamos con el primer mensaje subliminal que se incorporó a la producción de los discos Rock and Roll. Se trata de “Revolución Nº 9”, interpretado por Los Beatles, donde al derecho se escucha la repetición interminable de: “Number nine, Number nine…” (Número nueve).  El mensaje en versión invertida dice numerosas veces: “Levántame, hombre muerto”. Circuló una anécdota y muchas suposiciones en relación con esta frase, pero lo cierto es que “casualmente” su significado en el lenguaje popular inglés reúne una procacidad (excitame sexualmente, en traducción de salón), con una blasfemia común en círculos rockeros de avanzada (Con “hombre muerto” se alude a Nuestro Señor Jesucristo).

Si hay alguna duda con respecto  a la actitud de Los Beatles en este tema, conviene recordar las palabras de John Lennon al presentar públicamente el “Devil’s White album” (Album blanco del diablo), conocido en algunos países como “Álbum blanco”, donde se incluye la canción anterior: “El cristianismo va a desaparecer, retroceder y disgregarse… La historia demostrará que tengo razón. Hoy en día  nosotros somos más populares que Jesucristo. No dudo sobre quien desaparecerá primero, el rock and roll o el cristianismo” (1966).

Para concluir nuestras referencias a los citados mensajes destacaremos dos aspectos ligados a los mismos: las expresiones sin ocultamiento y la reiterada profesión de fe satanista.

Gracias al éxito de las  transmisiones subliminales, los autores de rock no vacilan ya en expresarse de modo directo. Acabamos de transmitir manifestaciones de Los Beatles de inequívoco tenor anticristiano. Veamos ahora la letra de “Hell Bell” (Campanas del Infierno), cantada por el grupo de “Hard rock” ACDC, siglo que significa, según convenga; “Alternating Current-Direct Current”, Corriente alterna-corriente continua, o “Anti Christ-Dead to Christ”, Anticristo, Muerte a Cristo. Dice textualmente y sin clandestinidades: “Soy un trueno retumbante, una lluvia torrencial. Vengo como un huracán. Mi relámpago ilumina el Cielo. Tú eres joven pero vas a morir. No tomaré ningún prisionero ni salvaré vida alguna. Y nadir se opone. Tengo mis campanas y te llevo al infierno. Te poseeré. Las campanas del infierno. Si. Las campanas del infierno”.

Invocaciones al diablo, propaganda enmascarada o directa por el diablo, actitudes y poses satanistas, fundas de discos con símbolos demoníacos y de magia negra, blasfemias contra Jesucristo, nombres y siglas referentes al diablo

Crean o no en el diablo, hay que reconocerles a los rockeros un sostenido esfuerzo por ir a parar, precisamente, al diablo. Y esto se confirma cuando nos enteramos  de explícitas consagraciones a Lucifer, que, por supuesto, debemos relacionar con la proliferación de sectas declaradamente satanófilas en el mundo anglosajón. Decenas de grandes estrellas de rock se han consagrado libre y voluntariamente a Satán, como Mick Jagger, de los Rolling Stones, su amigo  Keith Richard, Ozzie Osboren (ex Black Sabbath), Elton John…

Transcribimos el testimonio explícito de Vincent Fournier, mundialmente conocido por el seudónimo de Alice Cooper, que tomó en memoria de una hechicera del siglo XVIII: “Hace algunos años fui a una sesión espiritista, donde Norman Buckley suplicó al Espíritu que se haga oír. Al fin el Espíritu se manifestó y me habló. Y prometió para mi y mi grupo la gloria, la dominación mundial por medio de la música rock y riqueza en abundancia… A cambio, sólo me pidió abrir mi corazón para que el Espíritu tome posesión de mí. Gracias a esa  posesión me hice célebre en el mundo,   tras adoptar el nombre con el cual el Espíritu se había identificado durante la sesión”.

No es nuestro objetivo discutir aquí el grado de  seriedad que hay en todas estas manifestaciones. Provisoriamente nos queda la leve sospecha  de que, si las brujas no existen, al menos les gusta el rock.

Queremos, en cambio, contestar la pregunta planteada en los comienzos de la exposición, aportando datos precisos sobre las consecuencias de este fenómeno más que musical en los jóvenes, particularmente, y en los oyentes adictos de cualquier edad.

EFECTOS  FISICOS.

E
l Dr. Bob Larsen y su equipo de la universidad de Cleveland, Ohio, realizó detallados estudios sobre más de 200 enfermos, asiduos al rock, con graves traumatismos de oído, la vista, la columna vertebral, el sistema endócrino y el sistema nervioso central. Se comprobó que esta música podía producir efectos físicos notables: cambios en la pulsación y la respiración, aumento de secreción  en las glándulas endócrinas (particularmente de la pituitaria, reguladora de los procesos vitales  en el organismo,  contracción-relajación laringal según los ascensos y descensos de la melodía, modificaciones del metabolismo de base y la tasa de azúcar durante la audición…). Es posible entonces “tocar” el organismo humano  como se toca un instrumento musical; por eso, no deliran totalmente algunos compositores de música electrónica que se propusieron manipular el  cerebro como por medio de una droga, “poniendo en corto circuito” las facultades concientes.

La intensidad del volumen amplifica los efectos señalados: más de 80 decibeles producen desagrado; es sabido que luego de los 90 se sufren daños de creciente gravedad.

Pues bien, en los “conciertos rock” se han comprobado cifras del orden de los 106 a 108 decibeles en el centro de la sala y de 120 cerca de la orquesta. Eso explica porqué el especialista descubre entre los jóvenes problemas auditivos que habitualmente afectan a los adultos luego de los 50 años, así como un aumento inquietante de las enfermedades cardiovasculares y perturbaciones en el equilibrio. El conocido músico-terapeuta Adam Niste, tras diez años de estudiar los efectos de la música rock, afirma que la intensidad del ruido es causante de hostilidad, agotamiento, narcisismo, pánico, indigestión, hipertensión y “una extraña narcosis”.

También en el campo visual pueden producirse daños irreversibles, por la intensidad de los relampagueos especiales, incluidos los rayos láser con que están equipadas ciertas discotecas. “Si el láser penetra en el ojo –dice el profesor Paul Zimmer, de la Universidad de Purdue- puede producirse una quema de retina con formación de una mancha ciega permanente. Además los destellos de luz viva integrados al ritmo de la música, suelen provocar vértigos, náuseas y fenómenos de alucinación”.

El propio gobierno británico, entre otras autoridades,  previno  a sus súbditos sobre el peligro de esta práctica, en un folleto dedicado a la seguridad en el ámbito escolar.

Concluyamos esta parte señalando las consecuencias en el plano estrictamente sexual. El equipo médico de Bob Larsen afirma categóricamente: “Las vibraciones de baja debidas a la amplificación de las guitarras-bajo, sumada a la repetición del “beat” actúa significativamente sobre el líquido cerebro-espinal, que a su vez afecta en directo la glándula pituitaria, reguladora de la segregación de hormonas. Resultado global: desequilibrio de las hormonas sexuales y suprarrenales y cambio radical de la insulina en sangre, de suerte que las diversas funciones de control de las inhibiciones morales desciende  por debajo del umbral de tolerancia hasta quedar completamente neutralizadas”.

EFECTOS  PSICOLÓGICOS.

M
ás graves que las fisiológicas son las consecuencias psicológicas despersonalizantes que afectan a quienes se sometes a la influencia intensa y prolongada de esta música. Enumeraremos sólo diez de los más graves traumatismos psico-afectivos que  han señalado, en sus informes médicos y psiquiátricos, especialistas de reconocido arraigo, como  los doctores Max Rafferty, Granby Blain, Bernard Sebel, Walter Wright y dos grande estudiosos del rock: Frank Garlock y Tom Allen.

  1. Modificación de las reacciones emotivas , que van desde la frustración hasta  la violencia incontrolable. ; 2. Pérdida del control de la capacidad de concentración, tanto consiente como refleja; 3. Disminución considerable del  dominio de la inteligencia y la voluntad en provecho de la liberación del subconsciente; 4.  Sobreexcitación neurosensorial, capaz reproducir euforia, sugestiones, histeria y hasta alucinaciones; 5. Seria perturbación de la memoria, las funciones cerebrales y la coordinación neuromuscular; 6. Estado hinóptico o cataléptico, que hace de la persona una especie de “zombie” o robot; 7. Estado depresivo, que llega hasta la neurosis e incluso hasta la psicosis, sobre todo cuando se combinan la música y la droga; 8. Tendencias suicidas y homicidas, considerablemente acrecentadas por el uso cotidiano y prolongado de la música rock; 9. Automutilación (inferirse heridas), autoinmolación (el caso de los “grupistas” que, según veremos enseguida, se ofrecen como  víctimas a las estrellas del rock) y autopunición (infringirse castigos para purgar supuestas culpas), todo ello especialmente en contextos de histeria colectiva; 10. Impulsos incontrolables de destrucción , vandalismo y tumulto luego de los conciertos y festivales.

Esto último  nos llevaría a hablar de los efectos sociales, pero no nos explayaremos sobre el particular por haber hecho ya suficiente referencia al tratar de la relación entre rock y revolución, y porque son de dominio público –incluso hay experiencias recientísimas en nuestro país- las grescas multitudinarias que, luego de muchos conciertos, desencadenan en agresiones frenéticas, pisoteos, heridas graves, asfixia, aplastamientos y asesinatos múltiples de jóvenes participantes.

EFECTOS  MORALES.

Los cinco temas mayores del universo rock son: el sexo, la droga, la rebelión, la falsa religión y la influencia diabólica. Ellos son lanzados con todos los medios antes descriptos a un asalto masivo contra la inteligencia, la voluntad, el libre albedrío y la conciencia moral, bloqueando los mecanismos de resistencia para causar un estado de confusión moral y mental que permite la “liberación” de los morbos reprimidos como el odio , la cólera, la frustración, la venganza, la sexualidad desordenada y demás formas de perversión.

En este contexto, finalmente, las “vedettes”  del rock se convierten no sólo en modelos para imitar, sino en ídolos para venerar. De aquí surge también el fenómeno del “grupismo”; grupos de jovencitas que al terminar tantos conciertos se entregan en cuerpo y alma a sus ídolos, sea para acostarse con ellos, sea para que su cuerpo sirva de  “altar” para misas negras  o aún para sacrificios humanos en el marco de ceremonias de hechicería.

Lo extraño es que mientras los gobiernos gastan millones para combatir la polución del aire, del agua y de algunos ruidos, esos mismos poderes públicos no emplean ni voluntad, ni recursos para vencer esta inigualable contaminación física, mental y espiritual que esteriliza a las generaciones nuevas.

Ni siquiera las entidades de protección al consumidor se preocupan de la libre distribución de “productos” que, como los mensajes subliminales, deberían por lo menos contener la indicación de su oculto contenido pernicioso.

Esto excede, lamentablemente, los límites de la nota presente, e inserta el problema  en el ámbito de la acción política.

Porque no debemos olvidar el miserable adagio:: “Para vencer a una nación, hay que pervertir a su juventud”. +


Tradujo Néstor Sequeiros.

Comentario nacionalista: luego de leer este horror contra la juventud, recordemos lo políticamente principal: la monarquía inglesa condecoró a  “Los Beales”,con la Cruz de la Orden del Imperio Británico, confirmando la denuncia del artículo: “Los orígenes británicos de la contracultura”. Además  comprobamos que  en la liturgia de ciertas Iglesias se ejecutan danzas y músicas semejantes al rock; promoviendo entre la juventud la desacralización litúrgica.