jueves, 11 de enero de 2018

COMBATE PARA SALVAR ALMAS Y NACIONES DE LAS GARRAS DEL DEMONIO.
El Padre Julio Meinvielle nos trae una enseñanza imprescindible en el mundo actual: el demonio conquista almas, imponiendo el liberalismo, el democratismo y el marxismo; pervirtiendo y desacralizando las instituciones sociales y políticas naturales y cristianas.
 Enseñanza dedicada especialmente a los católicos timoratos chupacirios, que se recluyen en sí mismo; rezan pero no hacen ni proclaman la verdad.
A Benedicto XVI alabando el sistema político yanqui.
A los sacerdotes liberales que restringen la soberanía de Cristo sobre las naciones a reinar sólo sobre los corazones. Etc.

A continuación unos párrafos que conciernen al tema del título, publicados en : “El comunismo en la revolución anticristiana”  (Cruz y Fierro editores , pg. 46 sgs.). Recomiendo la lectura del libro.

“La Iglesia, encarnada en la realidad de la Ciudad Católica, se oponía a las herejías con las mismas estructuras sociales y políticas, y era propósito de las herejías destruir esas estructuras junto con el espíritu que las animaba, a fin de sumir al hombre en un sistema de desorden que le privara de los beneficios de la redención. También es ese el objetivo que mueve al comunismo en su ofensiva contra la Ciudad Católica, medio natural y normal del hombre, para vivir el cristianismo en su plenitud.

[…] En cambio, el diablo, que en la medida en que es diablo es privación de ser, será hecho de nada y a la nada tiende, encuentra su gusto en la cantidad y en lo exterior. Tiende a dominar los pueblos, aun los pueblos cristianos, en su condición exterior, en lo profano –sea social económico o social político-, para de allí luego ejercer su dominación sobre la intimidad de las conciencias.

[…] Así como la cristiandad se forja desde el interior de las almas, en las que habita el Divino Espíritu, hacia el exterior de la vida profana de los pueblos, el reino del diablo, por el contrario, se expande desde el exterior y desde la vida profana hacia el interior de las almas. Las tentaciones del diablo son siempre, de alguna manera, exteriores. Tentación de sensualidad, simbolizada en la comida del pan. Tentación de sensualidad y soberbia, simbolizada en el espectacular tirarse del pináculo del templo; codicia de los reinos de este mundo que se le ofrecen en la tercera tentación. Voluntad de poder, manejo de riquezas, sensualidad, a eso se reduce el poder del diablo. Lo político y lo económico le ofrecen un dominio fácil.


Por ello, para perder a las almas pierde primero a los pueblos, atentando directamente contra la estructura de la Ciudad Católica. Y se vale para ello de recursos sociológicos, económicos, culturales y políticos. En cierto modo el mundo le sigue perteneciendo.

A la luz de estas pocas ideas sobre el plan divino en la historia cobra sentido la erección de la Ciudad Católica y su destrucción progresiva por la Revolución anticristiana. Cristo, a través de la Iglesia, edifica la ciudad católica de la sociedad medieval. Operando sobre el interior de las almas la Iglesia edifica la Ciudad Cristiana. Hombres y mujeres plenamente cristianos establecen familias cristianas, una estructura económico-social cristiana y un orden político cristiano.

Por ello, en la Edad Media pudo haber profesionales de la política que fueran santos: hubo reyes santos. Así surgió la Ciudad Católica, con todas las imperfecciones de lo humano y aún con imperfecciones propias  del momento histórico. Al ser católica la ciudad, quedaba restringida la acción del diablo, que debía ceñirse principalmente a una conquista individual de almas…”

Padre Julio Meinvielle.

Resumiendo:

+ La Ciudad Católica se erige desde el alma en gracia de los gobernantes, quienes deben informar las Instituciones sociales y políticas con los principios evangélicos, para que reine el Bien común.
+ Es claro que ni los sacerdotes ni la Iglesia deben actuar políticamente. Iglesia y Estado cada cual por su lado, armónicamente.
+ Así constituidas las instituciones sociales y políticas predisponen a la salvación de las almas.
+ Por el contrario, la ciudad naturalista y racionalista del demonio condena a las almas instaurando Instituciones perversas, liberales y comunistas. Y al fin el imperialismo globalizador.
+ Para combatir al demonio y salvar almas es deber de caridad instaurar la Ciudad Católica.
+ El liberalismo, y los liberales, aún los “católicos” modernistas, aceptan las promesas de las tentaciones del demonio, fundamento de la ciudad naturalista terrena.
+  El demonio actúa políticamente sobre la ciudad.
+ Para un católico no es suficiente apostolado cumplir con los “deberes de estado”, pues además deben amar al prójimo con una actividad social y política.
+ No salvan almas los católicos domingueros que, viviendo en sociedad, se mantienen encerrados en su   piadoso caparazón semanal, sin actuar ni proclamar la verdad social y política.

+ ¿Por qué la negligencia y el indiferentismo de los católicos? ¿Por qué la actitud frustrante, desidiosa de la mayoría de los católicos, empezando por los Obispos, que no ofrecen su inteligencia a Dios y a su Iglesia?  El Padre Paul Aulagnier responde: “¡Si no leéis, tarde o temprano seréis traidores, porque no habréis comprendido la raíz del mal!”. (citado por Mons. Lefevbre, en “Le destronaron”). Y no leen por la inclinación maligna a sumergirse en el Mundo.

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