viernes, 16 de febrero de 2018

El voto "sagrado" y las enseñanzas del Padre Ramirez O.P.

Hace un par de año el blog “ Infocaótica” publico una polémica sobre el sufragio, de la que recién me enteré, tanto es mi poco interés en esas  noticias que vuelan y se pierden en el olvido.

Comencé a leerla y la abandoné en cuando entendí que el acusador mojaba su pluma en   veneno de  yarará ,  acusando  al camarada  Antonio  Caponnetto  de anticristiano por  oponerse al sufragio indiscriminado;  también imputándolo de absolutista por creerse dueño de la verdad; y de infalible, pues  considera que el que no acepta su  criterio “sirve al Otro”.

La importancia de esta acusación, provenga de quien sea, es nula, pues la   actuación política del camarada Caponetto, personaje señero en el nacionalismo argentino, de una intrepidez ejemplar, es la mejor justificación de su prudencia política y de su ortodoxia, por lo que no necesita defensores.  

Lo único importante de esta acusación es que me da pie para recordar unas verdades y desenmascarar al autor, que aplicó la costumbre liberal de mentir, infamar y embrollar.

Si el camarada Caponetto, se opone al sufragio indiscriminado no es posible negar que tiene toda la razón, pues según se practica en nuestro país, ocasionó y ocasionará perjuicios inconmensurables.  Es aberrante y antipatriótico pensar de otra manera, considerando las míseras condiciones morales e intelectuales de los argentinos, con la mitad del país aclamando y votando a los corruptos y ladrones, con el poder inmenso y decisivo de la publicidad, dirigida a imponer el sufragio indiscriminado, con el fin de continuar la destrucción nacional; evitando, que los mejores, y no los demagogos, gobiernen el país.

El acusador llegó a afirmar que debe votarse por mandato divino, revelándose así como liberal fanático y absolutista:  sea distinguido con el agregado de cualquier aditamento: derechista, conservador, peronista, o demócrata cristiano, todas astillas del mismo palo. Pero nunca nacionalista católico y jerárquico, hispánico y federalista; como deben ser los que pretenden restaurar el país. 
Porque afirmar que el voto universal e indiscriminado es sagrado, significa divinizar la esencia misma del liberalismo rusoniano; la esencia misma del Régimen liberal que nos atosiga.

De ninguna manera la Doctrina de la Iglesia, el sentido común y la prudencia política, aceptan que sea absolutamente el único camino agraciado.  El sufragio tiene varias decisivas e ineludibles restricciones, que al omitirlas causan verdaderos desastres… como está aconteciendo en nuestra Patria. Más adelante copio las enseñanzas del magistral teólogo Padre Santiago Ramirez O.P.  en su libro “Pueblos y Gobernantes al servicio del bien común”, compartidas por el nacionalismo, que   aclaran definitivamente este asunto.

El señor que escribe el blog, no debió dar cabida a esas infamias en su blog, porque así, de alguna manera las comparte. Además se considera “independiente”, o sea neutro, equidistante, ambiguo, respecto al nacionalismo, en medio de una batalla donde los argentinos luchan por Dios y la Patria. 

Esta postura es   característica de los liberales que consideran todo opinable, cambiable y ‘dialogable’, y que nadie, por tanto, es dueño de la verdad, que cada uno se crea a su antojo. Para ellos no tiene sentido luchar por la Tradición argentina.

Hoy en nuestra Patria, dominada por el liberalismo (unitarismo,) los argentinos debemos combatirlo y eliminarlo del país con las banderas federalistas (nacionalistas), arraigadas entrañablemente en la realidad nacional. El nacionalismo permite ciertas variantes, de acuerdo a las circunstancias, pero ferreamente es inconmovible en la defensa de la real Tradición histórica argentina, por lo cual debe desaparecer la ideología liberal. Sin opciones medias, sin eludir responsabilidades, definidamente, ardientemente; el dilema para los argentinos es irrenunciable; o liberales o nacionalistas sin aditamentos ideológicos.

“PUEBLOS Y GOBERNANTES AL SERVICIO DEL BIEN COMÚN”.
PADRE SANTIAGO RAMIREZ O.P. 
(Euramérica, pg.105, negritas mías).
Del capítulo: “Virtudes y cualidades del ciudadano en orden al Bien Común”.

B.-  LA PARTICIPACIÓN EN EL GOBIERNO A TRAVÉS DE LA ELECCIÓN ACTIVA Y PASIVA DE CARGOS Y DE LA FISCALIZACIÓN DE LAS GESTIONES DE GOBIERNO.
En los regímenes democráticos y en las formas mixtas de gobierno, tal como las concibe Santo Tomás, y que antes expusimos, deben además los ciudadanos tomar parte en el gobierno por medio de la elección activa o pasiva a los cargos públicos y por medio de la fiscalización de las gestiones de gobierno. Para lo cual hace falta una educación política y cívica considerable y una virtud poco común. Una cultura patria muy desarrollada, conociendo su historia, su estilo, su carácter, sus problemas actuales, sus posibilidades futuras, sus hombres e instituciones, para poder ejercer convenientemente el derecho de voto o el de crítica y fiscalización sin apasionamiento, con justicia, con oportunidad, con verdadera competencia. Todo esto supone un nivel cultural y de honradez cívica verdaderamente notables, que ojalá fuera real y frecuente en todos los pueblos, aún en aquellos que se llaman democráticos.

Desgraciadamente, la mayor parte de los hombres carecen de virtud y de cultura (1-2, q.96, a.2). Además, en las grandes naciones, en que los problemas son muy copiosos y complejos y las personas se conocen menos, es más difícil tener la competencia necesaria para ejercer con garantías de acierto el derecho del sufragio.

En naciones pequeñas y habituadas secularmente a ese régimen plebiscitario, como ocurre en los cantones suizos, especialmente en los más pequeños, como Appenzel y Zug, la participación del pueblo al poder y a la elección de todos los cargos públicos es sumamente beneficiosa.  Pero cuando el sufragio es venal, cuando la campaña electoral es violenta y apasionada, cuando los agitadores se cuentan por millares sin que nadie les venga a la mano, es más prudente limitarlo en cuanto a las personas electoras y elegibles y en cuanto a los cargos o asuntos que se les someten, como observa Santo Tomás con San Agustín.

“Si el pueblo es virtuoso, ponderado y sumamente celoso del bien común, es conveniente concederle el derecho de elegir sus propios gobernantes. Más si por el contrario ese mismo pueblo se ha ido depravando poco a poco, de suerte venda sus votos y encomiende su gobierno a hombres malvados y criminales, entonces es justo se le prive de semejante derecho, que debe restringirse a una minoría de los mejores y más virtuosos” (1-2, q.97, a. 1c). En tal régimen democrático o mixto con un pueblo virtuoso y educado políticamente, la información y propaganda por mitines y conferencias, radio, cine, prensa, folletos, pasquines, caricaturas, es muy costosa y complicada, aunque a veces está muy expuesta a abusos si no se reglamenta desde el poder. Más esta misma reglamentación no debe hacerse sospechosa de amaños desde las alturas. +




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